Por Carlos D. Mesa (*)
Se me han humedecido los ojos. ¡cómo no! Mi equipo del alma otra vez en la cima después de una larga, casi interminable travesía por el desierto.
¡Always Campeón! Inevitablemente se me vienen a la mente Mario Dimeglio y Griseldo Cobo, mis dos ídolos de infancia. La última vez que el albirrojo salió campeón nacional fue en 1957, yo apenas tenía cuatro años, no lo vi, no lo viví. Celebré el torneo paceño de 1968 y en los ochenta me hice dirigente…
Pero, ¿qué más da?. La banda sangre vuelve a estar donde debió estar siempre. Ha levantado su tercera copa gracias a dos dirigentes visionarios: Fernando y Andrés Costa que se comprometieron en 2015 con un club hecho pedazos, en la B de La Paz. De allí, de la sima, lo llevaron a la cima. Campeones de la B (2015), campeones de la A (2018), Campeones del Nacional B (2018), Campeones Nacionales (2020)… y contando.
Mérito a una historia, certeza de un gran presente, proyección de futuro. Eduardo Villegas y el Turco Asad le han dado al equipo un ritmo que se apoya en la rotación, en la posibilidad de contar con jugadores todo terreno, con sentido de equipo y un toque de calidad.
Piensen en Enoumbá que igual es marcador central que mediocampista de enganche, o en Saucedo que corre toda la línea horizontal del medio terreno.
Reparen en los lujos de Galindo y sus toques precisos de 10 clásico, o en Sanguinetti que igual es media punta que goleador, tal como lo fue Dimeglio el 10 legendario del CAR, reencarnado en este hombre que lleva la 11 con tanta gallardía. Denle una mirada a la dupla depredadora del “pit bull” Ovejero y Britos, y si hace falta percátense del olfato de Ramallo.
Deténganse atrás en Lampe, a cambio de Cobo. ¡Qué arquero! Lampe está en el equipo correcto en el momento correcto, ojalá por mucho tiempo más. Pero quizás el liderazgo del equipo lo tenga Cabrera, qué rompehuesos ni que rompehuesos, defensor de raza y cabeceador oportuno para los goles imprescindibles. Y Mamani y Torrico, y Árabe y Adrián…
Always fue el mejor, sin lugar a duda alguna, reverdeciendo los laureles que habían estado ocultos en un lugar secreto hasta que llegara el momento adecuado. Los de la gira europea de 1961, los de la conducción técnica del inolvidable Julio Borelli en 1951, cuando otro cruceño, el “Chembo” Gutiérrez -mundialista para más señas- era la garantía en el arco del equipo (puesto dedicado en Always a Santa Cruz).
Si Fernando y Andrés merecen nuestro agradecimiento, no menos lo merece el gran dirigente albirrojo Mario Carrasco Villalobos, fundador y eterno presidente del club, o Armando Pagano (quien me hizo hincha del CAR) gestor de la gira europea, o Mario Marañón que lo llevó a su primera Libertadores, o mi amigo Jorge Romecín del que fui vicepresidente en 1986 cuando devolvimos al CAR a la Liga.
Always en mi corazón y ahora en el corazón de la joven ciudad de El Alto, con una hornada de hinchas que se agiganta y que crecerá con este su tercer título, el primero como representante alteño.
Merecíamos estar entre los grandes, porque somos un club con historia grande. No fue un albur cuando Fernando Costa en 2015 afirmó que se hacía cargo de Always para despertar a un gigante. Casi nadie dio fe de tal frase, hoy es una hermosa realidad.
El último título nacional -para que no se olvide nunca- el del 57 tuvo esta alineación: Griseldo Cobo en el arco, Teófilo Corrales y Eduardo Espinoza en la zaga; Arturo Miranda, Mario Dimeglio y Francisco Ruiz en el medio; Víctor Brown, Pino, Juan Pinnola, Carlos Del Llano e Hipólito Montenegro en la delantera. Hemos esperado 63 años para colocar la tercera estrella en el escudo inmortal de la banda roja. Valió la pena…
(*) Carlos D. Mesa fue Presidente de Bolivia