
La sorpresa es mayúscula. El Alto ha vuelto a hacer de las suyas, reventando los pronósticos y mandando un mensaje que debería dejar a más de un político con insomnio. A esta hora, con el 95.41% de actas computadas en el sistema SIREPRE, queda claro que el MAS no solo perdió, sino que fue humillado. Lo que hace 20 años fue la cuna de un nuevo movimiento político, hoy es el cementerio de ese mismo proyecto. El Alto, esa ciudad indomable que se rige por su propio pulso, ha vuelto a recordarnos que aquí las lealtades son tan efímeras como la promesa de un político.
La sopapeada de los votos
Vamos por partes, con datos en mano. El conteo oficial (11:30, 18/08/2015) es lapidario:
- Rodrigo Paz (PDC): 32.14% de los votos. Un meteórico ascenso que nadie vio venir y que lo sitúa como el candidato a vencer en el balotaje de octubre.
- Jorge “Tuto” Quiroga (Libertad y Democracia): 26.81%. El exmandatario se cuela en la segunda vuelta con un respaldo sólido de la derecha más conservadora.
- Voto Nulo: 19.29%. El llamado de Evo Morales a anular el voto tuvo un efecto masivo, superando a Doria Medina y al propio MAS, un dato que debería ser analizado con lupa. Es un voto de castigo, pero también de resistencia.
- Samuel Doria Medina (Unidad Nacional): 19.86%. El histórico líder de la oposición, que lideró la mayoría de las encuestas, se desinfló en las urnas y quedó fuera de la contienda. Un final amargo para una larga carrera política.
- Eduardo del Castillo (MAS): 3.16%. El candidato oficialista, que representaba al gobierno de Luis Arce, se ha desplomado a un solo dígito. Un fracaso sin precedentes para un partido que hace menos de cinco años obtuvo el 55% de los votos.
El entierro del «proceso de cambio»
La caída del MAS no es una casualidad, es la culminación de un proceso de desintegración interna. La fractura entre el gobierno de Luis Arce y la facción de Evo Morales fue el tiro de gracia. El masismo, dividido, enfrentó una elección con dos candidatos: uno oficial (Del Castillo) y otro de facto (el voto nulo de Morales). Al final, esa división mató la posibilidad de tener un candidato fuerte y dejó al partido en la lona. La guerra interna, con acusaciones de corrupción y traición, minó la confianza del pueblo y abrió una brecha que la oposición supo aprovechar.
El voto alteño, ese voto que en 2002 le dio un salto cuántico al MAS, hoy ha cambiado de bando. Y no por ideología, sino por pragmatismo. Los alteños, cansados de la crisis económica, la escasez de dólares y la falta de inversión en servicios básicos, le dieron la espalda al partido que prometió el “proceso de cambio” y que, a la postre, los ha decepcionado. El voto a Rodrigo Paz no es un cheque en blanco, es un grito de auxilio.
¿Qué viene ahora?
Ahora, la pregunta del millón es: ¿qué va a pasar en el balotaje? Paz, de centro-derecha, y Quiroga, de derecha, se verán las caras en octubre. Será una batalla por los votos del masismo huérfano y el voto nulo, que representan casi el 20% del padrón. Quien logre atraer a ese sector del electorado tendrá la llave del Palacio Quemado. El MAS, desde el ostracismo, tendrá que decidir si apoya a uno de los dos candidatos o se mantiene al margen.
La victoria de Rodrigo Paz es un recordatorio de que en la política boliviana no hay nada escrito y que la última palabra siempre la tiene el pueblo. Y este, cansado de la polarización y los caudillismos, le ha dado una lección a toda la clase política: o cambian, o se van.
Fuentes consultadas
- Órgano Electoral Plurinacional. Resultados Preliminares SIREPRE. Cómputo al 95.41%. (18 de agosto, 2025).
- Reuters/Infobae. «Rodrigo Paz afirmó que “Bolivia no solo pide un cambio de gobierno, sino un cambio del sistema político”.» (18 de agosto, 2025).
- El País. «Bolivia elige presidente con la derecha como favorita.» (17 de agosto, 2025).
- La Razón. «La caída del MAS y el ascenso del voto nulo: un análisis de los resultados electorales». (18 de agosto, 2025).