Los amantes de la historia tienen en el Museo Aeroespacial de la Fuerza Aérea Boliviana, ubicado en la ciudad de El Alto, una cita singular con las hazañas, memorias e identidad de una nación.
La primera aeronave nacional participante en la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-1935), un Boeing Steelman PT 17, y una réplica a escala del satélite Túpac Katari y el cohete que lo puso en órbita, entre otras atracciones, dan vida a la instalación, inaugurada el 28 de octubre de 2015.
Con una inversión de más de 481 mil dólares, dos hangares y el patio de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) fueron acondicionados para albergar 24 aviones restaurados para su exposición y tres helicópteros.
Además, dispone de un muestrario con armamento antiaéreo y de dotación individual, motores, hélices y accesorios, una significativa colección de fotografías antiguas, el desarrollo de los uniformes según la necesidad y modelo de avión, salas interactivas, simuladores de vuelo y modelos a escala de aeronaves.
El comandante de la FAB, Juan Gonzalo Durán, agradeció el interés del jefe de Estado, Evo Morales, para hacer realidad el museo y la recuperación de los hangares.
Muestra de aviones en el museo (foto: Luis Gandarillas) |
De depósito de basura a joya histórica
Según el oficial, hoy esas naves son verdaderas joyas a cuatro mil metros de altura, gracias a la visión del mandatario, quien acabó con los depósitos de basura y chatarra que el paso del tiempo y la indiferencia los había convertido.
Uno de los tres espacios remodelados es el hangar número uno, el primero construido en Bolivia hace 97 años para el montaje, conservación y operación del triplano Curtiss Wasp, que llegó a la urbe paceña en enormes cajas, vía puerto de Arica, en Chile.
Para ello, y al mando del ingeniero militar Meredia Villarreal, un grupo de obreros y soldados procedió a fabricar tanto la pista como un cobertizo de adobe y calamina, que permitió al piloto estadounidense Donald Hudson realizar exitosamente el primer vuelo en La Paz, el 17 de abril de 1920.
Un lugar especial en la muestra lo ocupa la historia del teniente boliviano Carlos Daza, quien participó en la Primera Guerra Mundial y murió en un combate aéreo en 1918. En su honor se expone un retrato, un cordón de grado honorífico y una colección de postales.
Entre otras atracciones, los visitantes también pueden disfrutar del avión Huayna FAB-X02, un aparato de entrenamiento biplaza y primera aeronave militar fabricada en Bolivia en tiempos modernos y emplazado en el hangar dos.
Los ejecutores de este ambicioso proyecto fueron dos ingenieros aeronáuticos de la FAB, a quienes se sumaron estudiantes selectos de la carrera de Mecánica de Aviación de la Universidad Mayor de San Andrés. Juntos propiciaron el vuelo inaugural del Huayna el 14 de abril de 1993.
En otro de los ambientes del segundo hangar construido en 1926, se destaca una reconocida nave protagonista de infinidad de películas y documentales, el helicóptero estadounidense UH-1H.
Boeing Stearman PT-17 |
Pero la joya más preciada en la segunda galería es el Boeing Stearman PT-17 de 1930, utilizado por los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial como un avión de entrenamiento especial. Esa nave llegó al país como parte de una pequeña flota vendida en el mercado civil, una vez finalizado el conflicto.
Asimismo, sobresalen los primeros aparatos de transporte de Bolivia que datan de los años 40 y otros de los 60 y 70, así como el avión de entrenamiento estadounidense Lockheed T-33.
Tercer museo aereoespacial
El tercer y último espacio del Museo, la Plaza de Aviones, lo integran aeronaves comerciales, avionetas civiles y helicópteros, exhibidos al aire libre.
Entre ellos el Neiva, modelo Universal T-25, diseñado en 1963 como un nuevo entrenador primario para la Fuerza Aérea de Brasil, y todavía empleado por miembros de la FAB para surcar el cielo boliviano.
De manera especial, el museo recrea una trinchera de la Guerra del Chaco y el primer combate aéreo registrado de un conflicto bélico con carácter internacional en América, el 4 de diciembre de 1932 en las inmediaciones del fortín Saavedra, en el actual Paraguay.
Ese día, para gloria de Bolivia, el capitán Rafael Pabón, a bordo de un Vickers Type 143 de fabricación británica, derribó un Potez 25 francés de las fuerzas paraguayas tripulado por el capitán Ramón Avalos y el teniente observador Trifón Benítez, hazaña que le valió su ascenso al grado de Mayor.
Como reliquia de ese episodio, el centro exhibe un acelerador del avión abatido por Pabón, de quien se muestran además los retratos y los galardones de héroe nacional.
Es una donación de las enfermeras Angélica Merino y Francisca Montes. Esta pieza la exhibimos tal como se la encontró, ensangrentada, afirmó el técnico, piloto e historiador suboficial Ramiro Molina.
Para bien, el Museo Aeroespacial cuenta con todos los fondos atesorados por el acervo histórico de la aviación boliviana, preservados desde 1958 por la tenienta coronela Amalia Villa de la Tapia, primera mujer en conducir una aeronave en Bolivia. Gracias a su inquietud visionaria, se lograron rescatar de la destrucción premeditada o involuntaria importantes reliquias, documentos y fotografías con los que se conformó el patrimonio de la FAB.
A partir de 1985 su único discípulo, el suboficial Molina, quien la sustituyó en el cargo, continuó la ponderable labor de recuperar de particulares, a través de honrosas donaciones, fotografías, partes de aeronaves y uniformes, así como colecciones bibliográficas que incrementaron notablemente ese patrimonio.