¡Alto, quién vive! ¡La ciudad de El Alto!

Por Johnny Fernández Rojas (*)

De pronto emergió y sentenció: “El Alto de pie, nunca de rodillas”, y el país en su conjunto reaccionó incrédulo y absorto, y de inmediato lo incorporó a su entorno social, considerándole además y sin dubitaciones, su “portavoz”.

Ello fue el año 2003, y dos años después, nuevamente ese grito avasallador retumbó en el escenario nacional, para protagonizar otro cambio democrático de gobierno nacional, ratificando con ello, su carácter indomable e insatisfecho por las arbitrariedades gubernamentales.

La ciudad de El Alto, con esas emblemáticas acciones, interpretó los más profundos sentimientos de la dignidad, y reflejó incondicionalmente las irrenunciables aspiraciones que debe tener un pueblo, decidido a dejar el pasado para proyectar, diseñar y construir un futuro, forjado por ellos mismos.

Ese pueblo, hasta ese entonces era una comunidad que aceleraba su estructuración, después de ser considerada como un conjunto de villas periféricas de La Paz, e inclusive, se concebía que su historia sería labrada a partir de esa ocasión.

El levantamiento popular de hace 19 años, permitió y obligó a hacer una mirada retrospectiva, con el propósito de conocer el glorioso y fecundo pasado que le precedía, cuyos hechos, la mayoría de ellos, contribuyeron en la estructuración de la nación boliviana.

Los primitivos hombres, antes de su asentamiento en la “hoyada”, necesariamente atravesaron por el futuro territorio alteño. Posteriormente, lo hicieron los incas, después los españoles. Sin embargo, un hecho épico de la historia nacional, fue aquel “alzamiento indio” de 1781, que por cuyos postulados políticos, tendrían que ser considerados con creces, el inicio de la Independencia del Alto Perú, hoy Bolivia: la expulsión de los ibéricos, la restitución del gobierno precolombino, la eliminación del “derecho de abuso”, la extinción de los tributos, la Mita, entre otros, fueron las arengas independentistas indígenas, que ni siquiera en el Acta de Fundación de la Republica, se la asumieron como tales.

Algunos otros rasgos: el ingreso triunfal de los Libertadores en 1825; la algarabía del triunfo por la Batalla de Ingavi; las partidas de los soldados bolivianos a las guerras del Pacífico, del Acre, del Chaco, también utilizaron ese espacio geográfico, para sus sendos propósitos.

La llegada del tren Guaqui-La Paz primero, de Arica y de Antofagasta después, cuyas terminales férreas construyeron inicialmente en tierras alteñas, obviamente estos hechos representaron en definitiva, reseñas históricas de la patria.

Cuando el “Republicanismo” ingresó a su apogeo, se produjo, el vuelo del primer avión en Bolivia. El Curtiss Wasp 18T, alzó vuelo y serpenteó cielos alteños y luego paceños, cuya osadía y singularidad, la habilitaron para que ese acontecimiento, sea considerado como la inauguración de la era aeronáutica del país, y una consecuencia inmediata y lógica, fue el funcionamiento el primer centro de capacitación militar en aeronavegación en los colaterales del aeródromo alteño.

Unos años después, el principal acto conmemorativo por el Centenario de Fundación de la República, se concentró en esta región, cuyos organizadores optaron por construir en la meseta unas inmensas infraestructuras para enmarcar el emblemático acontecimiento, de la fausta y magna fecha.

Más de un cuarto de siglo después, los dinamitazos de los mineros de Milluni, desde La Ceja hicieron estremecer a La Paz, contribuyendo de manera determinantemente al triunfo de la Revolución Nacional, suceso que cambió de verdad, la estructura social, política y económica del país.

En el otro posterior cuarto de siglo, en sendos puestos militares acantonados en esta zona, se proclamaron como presidentes del país: Juan José Torrez Gonzales y Alberto Natusch Busch, hechos que se inscribieron en las páginas de la historia boliviana.

A ellos deben ser incluidos, los tristemente célebres hechos de noviembre de 2019, al margen de los de 2003, y 2005.

Reyes, presidentes, papas, artistas, deportistas de fama mundial pisaron atónitos estas tierras gélidas, ubicadas a los 4.100 metros sobre el nivel del mar, aunque estas presencias, no precisamente obedecieron a invitaciones exclusivas.

Por otro lado, en la actualidad su población conjuga con los 7 dígitos, y ellos viven en un estado permanente de “ebullición” social, porque las constantes demandas populares para superar sus críticos índices de desarrollo humano, hacen que esa ya tradicional efervescencia social, sea parte de su cotidianidad. La casi diaria ocurrencia de estas movilizaciones sociales, definitivamente, hicieron que éstas sean parte de sus características.

Las autoridades locales, regionales y nacionales, generalmente no alcanzan a entender, comprender y mucho menos en atender, las vehementes exigencias populares, que cada vez se hacen más contundentes, demandas que solo pregonan que sus ciudadanos sean considerados y tratados como propios del Siglo XXI.

En materia urbana, esta ciudad y sus ciudadanos curiosamente no cuentan con una plaza principal o de armas, pero existen casi un millar de espacios geográficos concebidos estas áreas y su respectivo equipamiento, porque cada una de las villas, se conforman en base a su potencial “plaza”.

No cuenta con una Catedral, sin embargo, son más de un centenar de modernos templos distribuidos en los aproximadamente 270 kilómetros cuadrados de área urbana.

Se la conoce también “la ciudad más joven”, adjetivo que obliga a referirse a su juventud plena, expresada especialmente, en sus casi 20 mil bachilleres que anualmente egresan, de más de medio millar de unidades educativas, quienes buscan acomodo en los espacios de su Universidad Pública y Autónoma, que ofertam casi 40 carreras; la Escuela Superior Tecnológico Humanista de Formación de Maestros El Alto, el Instituto Nacional de Comercio (6 carreras), la Escuela Básica Policial y una infinidad de institutos y centros académicos, que cobijan a la mayoría de ellas.

El Teleférico, la Estación Terrena del Satélite Espacial “Tupac Katari”, el Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología Nuclear, el Aeropuerto Internacional, la Terminal Metropolitana y otros, sitúan a la ciudad alteña en una moderna urbe y con una afanosa conducta de imitación a las metrópolis del mundo.

Concretamente, la Ciudad de El Alto junto a su población, seguirán demostrando su indomable coraje, su intransigencia social para defender su dignidad y especialmente, para hacer correcciones a las acciones de las autoridades locales, regionales y nacionales que se empeñan a actuar en contra de los intereses colectivos.

Su fáctico Estatuto Oral Autonómico: “El Alto de pie, nunca de rodillas”, ha permitido en los últimos años, y con notoria solvencia a que la Ciudad de El Alto, sea así no más.

(*) Johnny Fernández Rojas es periodista e historiador alteño [email protected]

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