Con el típico traje y el maletín de cuero clásico café que ya lo caracteriza, Arturo Quispe Pucho es un ciudadano alteño, que cansado del maltrato de su esposa, decidió conformar su propia organización de defensa de los hombres que sufren algún tipo de violencia por parte de sus parejas y ahora recorre las calles de la ciudad de El Alto para socorrer a su género.
“De muy joven ya tenía pareja. Tenía 16 años más o menos y cada vez que mi mujer me denunciaba, inmediatamente yo era arrestado; fui denunciado más de 25 veces. Se cometen muchos abusos contra nosotros; en mi caso yo era humilde y me dejaba”, afirma.
“Usted es hombre, tiene que aguantarse”, fue la frase que Quispe tuvo que aguantar por varios años junto a su pareja, esforzándose siempre por cumplir las expectativas de su esposa.
Intentando generar recursos económicos, vendió bolsas de nailon, bañadores y baldes de plástico, pero nunca fue suficiente para ella.
Pucho, inspirado en sí mismo estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) e incluso realizó su tesis sobre una ley de protección contra toda forma de violencia hacia el varón, demostrando que el denominado “género fuerte” también puede sufrir violencia.
El día en que aprobaron la Ley 348 contra toda forma de violencia a la mujer, fue el día en que la violencia comenzó a agudizarse contra los hombres, pues “envalentonadas, directamente nos quieren llevar a la policía”, afirma el ahora abogado defensor de los hombres.
Se separó y buscó su independencia
Lo descrito llevó a Arturo Quispe a liberarse de los maltratos de su esposa, quien junto a sus hermanos le hizo pasar varias noches en celdas policiales.
Buscó su superación y fundó la Organización de Liberación de Esposos Oprimidos (OLEO), que tenía un predio precario en la zona de la plaza Sagrado Corazón de Jesús, en la Ceja de El Alto.
Pero con los principios bien definidos: “la búsqueda de justicia para los hombres que también sufren violencia”.
“Siempre que discutíamos, ella iba a buscar a sus hermanos y venían y me pegaban. Con palo me sonaban y con moretes por todos lados me hacían llevar (a la Policía). Estuve en varios juicios, ahí me quejaba y me decían: ‘¿acaso usted no es hombre? No tiene que quejarse’. Yo les contaba: ‘me ha rasguñado con gancho’ y me decían ‘aguántese’ y hasta ahora sigue siendo así. La ley 348 es mucho más peligrosa para el hombre, estamos amenazados. Con esa ley estamos siendo extorsionados y perseguidos. ¡Basta ya con el maltrato psicológico y físico al que estamos sometidos! Además, esta ley no ha frenado la violencia contra la mujer, hay que cambiarla”, manifestó.
La aplicación de las normas depende del dinero
Para Quispe, la Ley 348 es opresora y acaba con el dinero de todos.
“Se tiene que pagar honorarios, apelaciones, etc. ‘Hasta mi pollera voy a vender para meterte a la cárcel’, me ha dicho (su pareja), ¿y qué pasó? Ella ha empobrecido y yo he empobrecido, el único que ha ganado es el abogado”, recuerda Quispe.
Él se declara activista en favor de la equidad de género y considera que para lograrlo se debe empezar por inculcar en los colegios que tanto niñas como niños aprendan las labores domésticas y se deje de reforzar que hay actividades exclusivas para hombres y para mujeres, empezando por él mismo, ya que tras separarse de su esposa aprendió a lavar ropa, planchar y prepararse sus alimentos.
Ahora camina por las calles y avenidas de la ciudad de El Alto, intenta sumar más adeptos a su organización, para hacer fuerza y enfrentar la violencia ejercida por algunas mujeres contra el presunto sexo fuerte.
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