Por Pedro Portugal Mollinedo (*)
En España hubo 800.000 sanciones a infractores de la cuarentena. El primer día de desescalada en ese país, en solo Madrid se sancionó a una treintena de botellones. Allí llaman botellón una reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas.
En Colombia se registraron más de 237.567 comparendos por violar el aislamiento. El periódico El Tiempo relata que en Cali no son pocas las rumbas y las riñas registradas y que “la Alcaldía debió crear un grupo caza infractores de la cuarentena…”.
En Italia se asaltaron supermercados. En los Estados Unidos, veraneantes toman el sol en las playas, ajenos a cualquier precaución… En todo el mundo hay irresponsables con las precauciones en esta época de pandemia… Pero, en ninguna parte reciben los insultos y amenazas que en Bolivia se dirigen a los pobladores de la ciudad de El Alto. ¿Por qué?
En Bolivia existe una arremetida contra los pobladores de El Alto. En remotos lugares —Tarija, por ejemplo— bien intencionadas almas sienten que el coronavirus les va a infectar, porque alteños habrían apedreado un autobús donde se trasladaban médicos y enfermeras. El reclamo de pequeños comerciantes en esa ciudad, que no quieren dejar su actividad porque es lo único que garantiza el pan diario a sus hijos, es censurado desde la comodidad de la zona Sur de La Paz.
Las redes sociales abundan estas apreciaciones: “Son irresponsables”, “carne de cañón de los masistas”, “los de El Alto son alevosos”, “mano dura, estos solo entienden ese lenguaje”, “si quieren infectarse, que se mueran”
El observador inadvertido pensaría que El Alto —con el desbarajuste y la ineptitud que esos comentarios sugieren— es el primer foco de infección de coronavirus en Bolivia. Sin embargo, no hay más de 50 casos en esta ciudad.
Los últimos datos señalan 1.470 casos positivos en todo Bolivia, de los cuales 806 están registrados en Santa Cruz. El departamento de La Paz es el segundo en cantidad de infectados; el mayor número de casos nuevos se presenta en Beni: 108 casos en 24 horas, lo que lleva a ese departamento a un total de 191.
El ataque a El Alto señala solamente la persistencia de la ruptura colonial en Bolivia. El Alto es la ciudad aymara por excelencia. Una ciudad próspera por el empuje de sus habitantes, arrinconados a la informalidad, no porque sea su preferencia, sino porque es el resultado del marginamiento estatal.
Sin embargo, el aymara ha crecido y prosperado en esa ciudad, lo que es insoportable para muchos bolivianos. Por ello, lo del coronavirus, es más un mal deseo que una realidad.
El equilibrio colonial fue transgredido por el MAS. A Evo Morales muchos lo odiaron por ser aymara, no por sus ideas y planes de gobierno. Pero, catorce años de gobierno masista no solucionaron el problema colonial, pues le era funcional apoyarse en el malestar indígena y no solucionarlo. Instrumentalizó los parámetros coloniales, lo que al final le jugó una mala pasada: Cuando la clase media se movilizó (lo que concluyó con su evicción del poder) el indio no se movilizó para sostenerlo.
La crisis vino después, pues el nuevo gobierno asumió el revanchismo criollo y el temor (que solo puede provocar odio) hacia el indio: El “gobierno de transición” empujó de nuevo a los brazos del MAS a quienes se debería haber liberado de ese fatal abrazo. Ello, sin embargo, es solo superficial. En realidad, en el Alto se está germinando un camino nuevo, diferente e independiente a esos factores en conflicto.
¡Resiste, El Alto! El futuro depende de que salgas engrandecido de este trance. La construcción de un Estado funcional y de una nación real es la tarea de tus hijos. Una Bolivia se agota en el temor y el odio. Otra nace en la esperanza, la vitalidad y la legitimidad de derechos negados.
(*) Pedro Portugal Mollinedo es autor de ensayos y estudios sobre los pueblos indígenas de Bolivia y actual director del periódico digital Pukara