Por Johnny Fernández Rojas (*)
Los reconocimientos y desconocimientos de las direcciones vecinales fueron los hechos más relevantes del presente año en la ciudad de El Alto.
Con mayor frecuencia y con incisiva dinámica, se conocieron las nominaciones de los máximos dirigentes de la fragmentada Federación de Juntas Vecinales de la ciudad de El Ato (FEJUVE), con el consecuente enredo y desconcierto entre los vecinos y en las autoridades locales y regionales.
Pero lo más crítico de este apresurado y cuestionado proceso fue el notorio debilitamiento institucional y la incredulidad causada a este ente.
La confianza a su estructura orgánica, el respeto y hasta la reverencia a la institución, la obediencia a sus mandatos, la disciplina para el acatamiento de sus instructivos, la militancia a sus objetivos, entre otros, fueron los principios y la característica que ejerció desde su constitución en 1957, la dirección de las juntas vecinales. Primero, a través del Consejo Central de Vecinos, luego con la Sub Federación de Juntas Vecinales de El Alto de La Paz, y con su actual razón social.
En más de 6 décadas de funcionamiento de la FEJUVE se podría concluir, incuestionablemente, que fue la organización que puso los cimientos y las columnas al andamiaje de la Ciudad de El Alto.
Gestó la creación de la Sub Alcaldía, del Tesoro Municipal, cerca de 30 años de gestiones, para la creación de la Cuarta Sección de la provincia Murillo, la contribución para la institucionalización de El Alto, procesamiento y destitución de alcaldes, gestora de la universidad, de la Normal de Maestros, de los hospitales, etc, etc,
Metafórica y convincentemente, se debe afirmar que la FEJUVE, estuvo a cargo de la construcción de esta ciudad.
Por ese fecundo y tenaz trabajo, adquirió con suma propiedad, y por merecimiento propio, el título de: “gloriosa”, y de: “organización matriz” de la ciudad de El Alto. Títulos que los detentó con orgullo, decoro, solvencia y altivez
Sus presidentes junto a otros que los secundaban, en la práctica se “entregaron” al propósito alteño. Dedicaron gran parte de sus vidas, y también asignaron montos económicos para la causa, cuyos recursos, con seguridad, estaban destinados a sus familias, sin embargo, las privaron.
También se debe admitir en ese tránsito, la infiltración de algunos “dirigentes”, que pretendieron utilizar o beneficiarse de la organización, a ello, se aplicó la respectiva e implacable depuración, superando así las contingencias.
Asimismo, en ese lapso surgieron eventuales disconformidades, propios de todo proceso social, pero fueron superadas por el peso social y la influencia que ejercía la máxima organización vecinal en sus “dependientes”.
La rebeldía, la indocilidad, la actitud contestaria, la independencia, y el apartidismo de la FEJUVE de otrora, quedaron como adornos y simples recuerdos. A la fecha, sustituidos por: el prebendalismo, la vergonzosa sumisión, la angurria de “pegas”, la complicidad en las irregularidades de las autoridades locales, regionales y nacionales, la autocensura, el servilismo, etc, etc.
No obstante, el Estatuto Orgánico de FEJUVE, sentencia el apartidismo y la independencia político partidaria, mandato considerado de sagrado e inviolable, sin embargo, estos principios quedaron relegados, provocando: la fragmentación de la organización vecinal, el descrédito social y la devaluación moral.
Prácticas que la mantienen a la FEJUVE en una especie de “terapia intensiva”, o “en coma”, que exige y exigirá tiempo para su reanimación, ojalá que en algún momento obtenga su “alta”, lamentablemente con las secuelas propias del mal.
El daño social y cívico, está consumado.
Siempre hay una esperanza. La salida para contar con una sólida y contundente organización vecinal y superar este impasse, podría ser la emisión de una convocatoria consensuada, para la realización de un real y genuino congreso vecinal. Precedido por el cambio de dirección de las más de un mil juntas vecinales, sin excepción. Estas nuevas dirigencias genuinas y legítimas, participarían del magno congreso. Y a la vez, ellas elegirían al nuevo cuerpo directivo como fruto del consenso, la transparencia la democracia abierta, la legalidad, la autenticidad, etc. Como siempre ha sido.
Finalmente, se restituiría el carácter; “glorioso y organización matriz” de la Ciudad de El Alto.
Aún es tiempo.
(*) Johnny Fernández Rojas es periodista y gestor cultural