Por Johnny Fernández Rojas (*)
El sábado 11 de junio de 1988, en la sede de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto, se instituyó el Comité Sindical de Trabajadores de la Comunicación Popular, actual Federación Sindical de Trabajadores de la Prensa de la Ciudad de El Alto.
Al acto asistieron Carlos Soria Galvarro Terán y Erick Torrico Villanueva, en calidad de expositores; el primero abordó el tema sindical de los trabajadores, y el segundo, se refirió a la naturaleza y alcances de la comunicación popular.
Antes de la conclusión del histórico y constitutivo evento, se aprobó el Estatuto Orgánico, que rigió los destinos de la novel organización social, y se procedió a la elección del primer directorio del Comité Sindical de Trabajadores de la Comunicación Popular de El Alto.
Días después, la posesión del mismo por los dirigentes de la Central Única de Trabajadores de El Alto (Cutal), hoy COR.
El Comité Sindical estuvo integrado por los miembros del Centro de Reporteros Populares, radialistas relocalizados, reporteros de los Organismos No Gubernamentales (ONGs), de la Asamblea de Derechos Humanos, universitarios e independientes.
Con la orientación de Soria Galvarro, se inició correspondiente aproximación al Sindicato de la Prensa de La Paz (hoy Federación), para el reconocimiento respectivo, pero la resistencia fue tenaz.
En febrero de 1989, se convocó en Sucre al IX Congreso Ordinario de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (hoy Confederación). Obviamente, la convocatoria no alcanzaba para el comité sindical alteño.
En esa etapa de construcción institucional alteña, cundía implícitamente en la alteñidad, la participación.
En consecuencia, el Comité Sindical, nominó a dos delegados para intervenir en ese magno evento nacional, es de suponer que la presencia alteña tendría el carácter de observación u oyentes.
La minúscula economía propia y el producto de la venta en el evento de unos calendarios, gestionados por el afiliado Julio Mamani, servirían para sufragar los pocos gastos que la Comisión demandase en Sucre.
Los delegados Johnny Fernández Rojas y Macario Surco Paco, emprendieron viaje en el tren, en ese entonces, aún circulaban. Lógicamente, lo hicieron en los vagones de segunda clase. Mientras que la delegación oficial, lo hizo en uno exclusivo.
Después de casi 24 horas de viaje, se llegó a la capital de la República, varios vehículos aguardaban a la comitiva oficial: delegados del Sindicato de La Paz, miembros de la Federación, de la COB e invitados internacionales, para el trasladado de la estación ferroviaria a los sendos hoteles. Los alteños que también llegaron en el mismo tren, pero en una diferente unidad, se entremezclaron con ellos, y se favorecieron del traslado.
Sin embargo, en la hospedería la situación cambió. No se contó con espacios de pernoctación para la representación alteña.
Ahí apareció Carlos Soria Galvarro, junto a Antonio Peredo y Gustavo Portocarrero, también asistían al Congreso, a quienes les asignaron una pieza. Al conocer de la incierta situación, inmediatamente reaccionó Soria Galvarro y dijo: “podemos acomodarnos de alguna forma en la habitación”. Les presentó a Antonio quien asintió a la oferta, al igual que Gustavo.
Con ayuda del botones del hotel, los alteños consiguieron unas rústicas colchonetas, las extendieron en el piso y se superó ese “déficit” de cobijo. Esas ligeras adversidades, no gravitaron para el propósito central.
Al día siguiente de la inauguración del cónclave, y previo al inicio del Congreso en sí, los delegados alteños, instalaron en el patio congresal, un puesto de venta para los calendarios que llevaron. Ante ese “emprendimiento”, Carlos Soria Galvarro, se aproximó y les encargó la venta de sus libros y textos, que también había llevado para ese fin.
Comercializado las mismas, él les entregó un monto económico, como retribución por la venta de sus productos, monto destinado al retorno, casi de inmediato, del delegado Marcario Surco, que según él: “no era su ambiente”.
En el desarrollo de las deliberaciones, Soria Galvarro, se mostró identificado con el propósito alteño, probablemente porque también él vivía, y por mucho tiempo en la Ciudad de El Alto.
El objetivo central, fue buscar un mecanismo para incorporar al Comité alteño, en el seno de la familia sindical del periodismo boliviano.
Luego de las sendas consideraciones, se conoció que, en otros distritos fuera de El Alto, también existían reporteros dedicados a la práctica de la comunicación popular, y éstos deberían ser contemplados dentro el estatuto. Por tanto, se concluyó la urgencia de modificar del Estatuto y dicha reforma estatutaria, debe ser canalizado en un Congreso Extraordinario del sector, el que contemplaría tales incorporaciones.
Fue aprobada la realización de esa instancia sindical (Congreso Extraordinario). Para ese congreso, el solitario delegado alteño, propuso que la sede alterna, sería la Ciudad de El Alto, propuesta también aprobada, con el respaldo de Soria Galvarro y otros.
Al siguiente año, el Sindicato de Trabajadores de los Centros Mineros, convocó al VII Congreso Extraordinario.
En él, el objetivo fue consumado, es decir, se modificó el Estatuto Orgánico del ente nacional, y el camino quedó expedito para la afiliación, empero, el Sindicato de La Paz, resistió unos años más.
En el congreso desarrollado en Llallagua, Carlos Soria Galvarro, nuevamente mostró su adherencia a la causa alteña, y alentó airosamente a Johnny Fernández Rojas y Hugo Alanoca Bautista, que representaron al Comité Sindical alteño.
El reconocimiento formal, ocurrió en 1994 en el VIII Congreso de Riberalta. Ahí cambio su razón social, de comité sindical a Sindicato de Trabajadores de la Prensa de la Ciudad de El Alto, y se convirtió como un otro afiliado más.
La delegación alteña para esa ocasión, fue constituida por Freddy Prado Lavadenz, Noel Velásquez y Johnny Fernández Rojas. A ella se sumaron: Julio Mamani Conde (COB), Leonardy Quiroz Guillen y Walter Machicado Gonzales, éstos últimos coyunturalmente representaron la Sindicato de la Prensa de La Paz.
En los subsiguientes años, el “sindicalista alteño” (Soria Galvarro), estuvo presente y firme en varios actos que el Sindicato, ahora Federación organizaba. Su discurso de unidad y fortaleza sindical, sigue y seguirá vigentes.
Después de todo, el Premio de Nacional de Periodismo 2023, a entregarse justa y merecidamente a Carlos Soria Galvarro Terán, y por esos fecundos antecedentes, también debería celebrarlo el periodismo de la Ciudad de El Alto. Nobleza obliga.
(*) Johnny Fernández Rojas es historiador alteño y miembro de la Comunidad de Estudios de la Ciudad de El Alto (CERCO) elalteniano@johnny-fernandez-rojas