(*) Abraham Delgado Mancilla
El antecedente más reciente sobre las fracturas y cooptación de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (Fejuve de El Alto) data de 2014-2015. Desde entonces, tenemos dos Fejuves con cierta trascendencia y con color político-partidario como el Movimiento Al Socialismo (MAS) y Unidad Nacional (UN).
En el pasado la división no estaba tan marcada, como se evidencia en la historia sindical de El Alto, aunque existía más de un grupo de dirigentes sin base social.
Es posible describir muchas causas para este desenlace, no obstante, en este caso, solo se citará una de ellas: la vieja lógica de hacer dirigencia vecinal en los miembros de la cúpula vecinal, en ambos bandos.
Es de público conocimiento en El Alto que gran parte de los dirigentes vecinales vienen de una tradición convencional, de una vieja lógica de hacer dirigencia vecinal y lograr por medio de este cargo cierto rédito social y sobre todo económico.
En ese marco, la dirigencia basa sus comportamientos y “demandas” relacionadas con espacios de poder (dentro y fuera del Estado), sea bajo la pertenencia a un color político sin pensarlo o ya habituados en la práctica prebendal; según Aristóteles hay dos formas de hacerlo, una sin pensarlo y la otra por hábito.
Un ejemplo reciente sucedió cuando surgieron críticas a la dirigencia de la Fejuve de El Alto representada por Juan Carlos Machaca, a finales del 2018.
A poco de ser electa la nueva dirigencia, el comité ejecutivo de la Fejuve El Alto se reunió con el presidente Evo Morales el 30 de octubre en la Casa Grande del Pueblo.
En ese momento, el dirigente vecinal Carlos Rojas comentó que los nuevos ejecutivos de la Fejuve asistieron a esta reunión para “ponerse a disposición del Gobierno”, según informaron medios locales.
“Es una vergüenza lo que está pasando. A este paso, van a convertir a la Fejuve en casa de campaña del MAS y eso no puede ser”, declaró Rojas, según una nota de El Alteño.
Bajo estos argumentos, los comportamientos y las “demandas” de los dirigentes parecen estar hipotecadas desde el inicio y desde adentro de su organización, como sucedió en Conciencia de Patria (Condepa), luego el Plan Progreso, por citar algunos ejemplos.
Ello, debido a que los partidos políticos habían descubierto que la mejor forma de captar votos era ofreciendo cargos políticos a los dirigentes, y este acto ha permitido no sólo tener votos, sino el control de la Fejuve a favor de un partido político.
Para ser precisos, el dirigente vecinal no está pensando o actuando desde sí mismo, sino desde el otro. Intenta entrar en la lógica del ministro, del diputado, del concejal, etc.
En su momento, y sobre la reunión entre Morales y la Fejuve de El Alto, el representante vecinal Elio Vargas manifestó: “Por costumbre, los dirigentes siempre se estrenaban con marchas o paros, pero ahora estamos viendo que se estrenan con apetitos políticos”, enfatizó Vargas a El Alteño.
En última instancia, el pensarse a sí mismo ha sido transferido a los políticos del gobierno, más allá de que dichas autoridades políticas hayan salido de las filas de la Fejuve o la Central Obrera Regional (COR), como es el caso del diputado Sergio Choque, exmiembro del MIR y Plan Progreso, o el concejal Remigio Condori, ex miembro del MIR y Plan Progreso.
En representación de la Fejuve y según se tiene entendido, Choque puede visitar las sedes y las oficinas de las juntas vecinales de El Alto, el día y a la hora que él desee. Estas visitas no son de coordinación, sino de control y de fiscalización al dirigente.
Por tanto, lo que parece tener peso no es la conciencia vecinal, ni las demandas, sino el color político.
(*) Abraham Delgado Mancilla es autor del libro Poder y masacre en El Alto. La mafia sindical alteña (2016) y otros textos.