Introducción: el fútbol boliviano sigue expulsando a los hinchas de los estadios. El estadio municipal de Villa Ingenio no se llena con un Always Ready-Bolívar. El entrenador “millonario”, Julio César Baldivieso opta por poblar el medio de la cancha con línea de tres zagueros, cinco hombres en la mitad y dos puntas (Ovejero y Monteiro).
El puñal Christián Árabe aparece por izquierda y no por derecha donde suele desbordar a placer. Su otro cuchillo, Puña, arranca desde el medio donde sorprende menos que de lateral.
Vigevani, fiel a su tradición de experimentos y probaturas, arma un rombo para defenderse con la posesión y deja a Pereyra de nueve y Arce atacando por su lado favorito, el izquierdo. Los accesos a Villa Ingenio no cambian, sigue siendo una odisea llegar entre polvo, barro y agua.
Nudo: la primera parte va a ser tosca, trabada, desprolija. Como en el medio hay sobrepoblación, los chicos del CAR optan por los pelotazos, por la contra, desnudando una vez más las falencias celestes.
Vigevani esta vez ha elegido a Prieto y Jusino como pareja de centrales, ambos torpes cuando son sacados de su zona de confort. Las chances de gol llegan con cuentagotas y Ovejero, en un buen contragolpe, no acierta frente a la valla del arquero “tico” rival sobre el final de la primera parte. El que perdona, va a morir.
Desenlace: Vigevani mueve el banco. Sienta al juvenil Imanol Cárdenas (de buen partido, atacando por derecha) y coloca a Hernán Rodríguez para mover (otra vez) a Saavedra de sitio (hacia la banda derecha).
Con el cansancio, aparece Callejón que en este nuevo 4-4-2 de Vigevani juega más retrasado y más centrado con una misión: filtrar pases de gol entre líneas. Always va a seguir perdonando, muriendo poco a poco. Baldivieso tarda en hacer los cambios y los hace mal y eso permite que Bolívar adelante líneas, se adueña de la pelota y convierte.
Post-scriptum: El final del partido es inédito, insólito, bochornoso: Orozco cobra un penal por indicación del cuarto árbitro (a 70 metros de la supuesta mano de Orellana) y se complica más aún haciendo la señal del (medio) VAR y llevándose la mano al oído.
En Bolivia habíamos tenido VAR y solo Orozco lo sabía. Este señor “referee” no puede arbitrar más. Estamos asesinando al fútbol boliviano, señores.
Por Ricardo Bajo