Por: Eduardo Campos V. (*)
Todos nos hemos anoticiado –perplejos– como los dirigentes sociales de la ciudad de El Alto, han decidido (dicen ellos democráticamente) impedir que los candidatos alternativos a Evo Morales realicen campaña en esa ciudad. Que paradójico, a nombre de las bases que dicen representar, ellos (un grupo de activistas del MAS) han decidido prohibir a los habitantes de la ciudad de El Alto, escuchar cualquier otra propuesta que no sea la de sus jefes políticos.
Sin duda esa decisión –francamente grotesca y beligerante– no es producto de las convicciones auténticas y genuinas de las organizaciones sociales de El Alto y por el contrario, se trata del fiel cumplimiento de las instrucciones que reciben esos dirigentes de sus “jefes políticos”. Los peligrosos, no son estos dirigentes envalentonados y bravucones, que dicen estar dispuestos a impedir –de cualquier manera– que los adversarios de Evo Morales hagan campaña en El Alto; los peligrosos, son aquellos que les instruyen hacerlo; los que tiemblan cuando piensan en la posibilidad de perder el poder que tienen; los que no tienen ningún reparo en recurrir a la violencia para realizar sus sueños descolonizadores. Ellos son el peligro; aquellos que utilizan la propia democracia para acabar con ella.
Patán(a), es apenas un instrumento, una ficha, el medio para expresar lo que ellos mismos no pueden decirlo de frente. No es pues una novedad, los regímenes autoritarios, siempre tienen una cohorte de matones que tiene el rol de amedrentar a la sociedad. Ellos son los que dan la cara (que por supuesto no la tienen) porque no se ruborizan cuando nos dicen de frente y si pestañar, que lo que están haciendo es legítimo y justo.
Mientras tanto, los líderes del cambio y la revolución, pueden nomás sostener que sueñan con una “Bolivia grande unida y para todos” utilizando todos los medios y recursos del Estado. Creo que todos nos damos cuenta de cómo opera esa estrategia. Sin embargo, no es bueno tomárselo con tanta simpleza. Cuando Patán(a) nos dice: “Nadie podrá hacer campaña en el Alto”, no está hablando él, es la voz de sus jefes políticos, es la decisión de los totalitarios que no están dispuestos a perder el poder que han acumulado, es la ausencia de razones para justificar lo que no han hecho o lo han hecho mal, en estos cuatro años.
Patán(a) como muchos otros, puede estar confundido o haber vendido su alma al diablo, pero más allá de sus propias tragedias, ellos están expresando el verdadero proyecto que tienen pensado sus jefes para este país. Ese es el verdadero peligro, y esa debiera ser la principal preocupación de los demócratas de Bolivia. Detrás de esos grotescos dirigentes a sueldo, están los corruptores de la palabra, los tergiversadores de la democracia.
Para ser justos, para no expresar falsas acusaciones, debiéramos preguntarnos: ¿Por qué ellos, que se atribuyen ser la expresión de las mayorías de este país, tiene que recurrir a esas prácticas?, ¿acaso no es suficiente lo que han hecho (según ellos mismos, mucho) para conquistar el voto una vez más? Las respuestas son obvias. Esa pretensión de ser la auténtica representación de los intereses de los pobres y excluidos de este país, se ha ido desgastando día a día, con cada una de las cosas que han hecho. Es vez de enfrentar los graves problemas estructurales no resueltos de la sociedad boliviana (pobreza, desigualdad, baja producción y productividad) lo que han hecho es incorporar, dos nuevos factores adicionales, la desinstitucionalización y la desagregación social.
Si no comparten conmigo esta apreciación, pregúntense: ¿Hay menos pobreza?, ¿hay más producción y productividad?, ¿existe más empleo?, ¿los salarios han subido?, ¿el poder adquisitivo ha mejorado?, ¿las familias tienen mejores ingresos?, ¿exportamos más?, ¿tenemos nuevos y mejores mercados externos?, ¿hemos mejorado nuestra relaciones internacionales?, ¿hay más libertades?, ¿hay menos corrupción?, ¿hemos avanzado en la descentralización y las autonomías?, ¿hemos logrado un verdadero pacto social?, ¿estamos construyendo una sociedad en democracia, con equidad y desarrollo? Yo dejo a criterio de Ustedes las conclusiones.
Las amenazas de Patán(a) –siendo pintorescas e incluso risibles– no debemos tomarlas a la ligera, porque en el fondo, son la muestra del modelo que sistemáticamente se está implementando en este país. Diciembre es un buen momento para que la Bolivia democrática le ponga freno a este proceso que nos está llevando con rumbo fijo al descalabro. Como lo he dicho en más de una oportunidad, las causas justas, no requieren de la violencia para imponerse. Sólo los regímenes autoritarios, ante la insuficiencia de argumentos y razones, hacen de la violencia su mejor expresión.
(*) Director de A. C. Cramer
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